Fuchina: Cinco días de mayo 


Todos tenemos un pueblo al que volver. Un lugar que contiene la infancia, lo atávico, también la barbarie. Un pueblo con casas blancas, aceras estrechas, sillas en la calle, rumores de voces. "¿Y tú de quién eres?", preguntan a quien camina mirando hacia arriba, tal vez a las nubes.


Todo pueblo que se precie como tal tiene su fiesta. Sin ritual no hay comunidad; sin ruptura de las normas, aunque sea por unos días, no se puede mantener el orden establecido. Sin Dionisio, Apolo no tiene cabida. Sin los ritos del catolicismo no pueden perdurar los dioses paganos. No al menos en ésa constelación de puntos blancos, los pueblos desperdigados por el sur y el este de la Península Ibérica.


Sin rojo, no puede haber blanco. Rojo de bandera, de estandarte, pero también de líquido atesorado en barrica. Durante la fiesta se congrega el oro del crucifijo, esa Cruz de Caravaca, y el exceso contenido en un vaso de plástico. Éste último descansa sobre la capota de un coche, también rojo sangre, como la vida misma.


David mira con los ojos, también con el estómago. Cándida, su compañera fiel, lo registra mediante un código numérico. Las imágenes digitales de Salcedo son personales y, a la vez, continúan la tradición de los maestros españoles, como Cristobal Hara o Carlos Pérez Siquier. Sus fotos también transpiran el sol acumulado, el deslumbre de las paredes, el paisano con la resaca que se le avecina.


Dentro de los rectángulos de las fotos, todas verticales, los caballos de verdad parecen de juguete y los de juguete se antojan verosímiles. Penden las telas y los trapos que ocultan los rostros. No así las intenciones, la voluntad de seguir el guion establecido, puesto que así lo exige la identidad colectiva. Cada imagen también atesora el silencio, el de las horas muertas, pero también el que precede al estampido del petardo o el cántico de los vecinos.


La fiesta ha de cumplirse, el ritual debe continuar su ciclo: los vasos se vacían, volverán a ser colmados cuando la Tierra, en torno al Sol, complete otro giro. Dios en el cielo; pero aquí abajo, por si acaso, la fuchina llena las copas.


Rafa Badia

Fuchina: Five days in may


We all have a town we need to return to. A place that holds our childhood, the ancestral, and also something primitive. A town with white houses, narrow sidewalks, chairs in the street and rumours of voices. "And you, who are you?" they ask anyone who walks by, looking up, perhaps to the clouds.


Every proud town like this has its festival. Without ritual there is no community; without breaking the rules, even for a few days, the established order cannot be maintained. Without Dionysus, Apollo has no place. Without the rites of Catholicism, pagan gods cannot endure. At least not in that constellation of white dots, the villages scattered around the south and east of the Iberian Peninsula.


Without red, there can be no white. Red of the flag, of the standard, but also of liquid treasured in barrel. During the festival the gold of the crucifix is brought together, that Cross of Caravaca, and the excess contained in a plastic cup. The latter rests on the hood of a car, also blood red, like life itself.


David looks with his eyes, and also with his stomach. Candida, his faithful companion, records it in a numerical code. Salcedo's digital images are personal and, at the same time, continue in the tradition of Spanish masters, such as Cristobal Hara or Carlos Pérez Siquier. His photos also sweat with the accumulated sun, the glare of the walls, the countryman with the hangover that is to come.


Within the rectangles of the photos, all vertical, the real horses seem toy and the toy ones seem plausible. The fabrics and rags hang down and hide the faces. Not so the intentions, the will to follow the established script, as the collective identity demands it. Each image also treasures the silence, that of the dead hours, but also that which precedes the bang of the firecracker or the neighbours' song.


The festival has to be carried out, the ritual must continue its cycle: the vessels empty, they will be filled again when the Earth completes another turn around the Sun. God in heaven; but down here, just in case, the fuchina fills the glasses.


Rafa Badia

Luces de fiestas en el amanecer con iglesia de fondo David Salcedo
Cuerpo de caballo musculado con unas manos sujetando un cubata David Salcedo
Pareja de señores mayores mirando las fiestas detrás de uno arbustos David Salcedo
Autoridades del pueblo subiendo la cuesta al castillo santuario David Salcedo
Señor andando por calles vaciás con una iglesia de fondo David Salcedo
Palio por las calles viejas del pueblo con tapias de piedra David Salcedo
Escultura de caballo con manto de plata y oro David Salcedo
Señor abanderado con la bandera tapándole la cara David Salcedo
Señor preocupado con las manos en la cara y rodeado de sillas vacías David Salcedo
Bandera de España en un balcón con toldo David Salcedo
Rosal de rosas rojas y vayas blancas David Salcedo
Señoras con traje medieval y una sombra de una mano con cubata proyectándose en su espalda David Salcedo
Crin y patas de caballo negro con sus patas David Salcedo
Una mano sujetando una espada y un niño mirando asustado David Salcedo
Mujer protegiéndose del son con un pañuelo blanco David Salcedo
Calles del pueblo vaciás con las casas viejas y deterioradas David Salcedo
Toldo rojo de una parada de la feria medieval David Salcedo
Detalle brillante de una tuba plateada David Salcedo
Mujer mayo con traje de lentejuelas y con brillantes en su traje David Salcedo
Globo de helio con la forma de un poni con alas David Salcedo
Exhibición aérea de un escuadrón militar y gente mirándolo  David Salcedo
Vendedor ambulante con cincuenta gorros puestos al mismo tiempo  David Salcedo
Detalle del pelo cardado de una señora mayor con flores de fondo  David Salcedo
Banderas medievales del bando cristiano David Salcedo
Mujeres dejando las velas de cera en su lugar de reciclaje David Salcedo
Trofeo al caballo más rápido en las escaleras del santuario David Salcedo
Árbol de la subida al castillo con un colchón para protegerlo David Salcedo
Mujer con traje azul tapándose la cara con un ramo de flores David Salcedo
Niño con chándal azul y con nubes de golosinas pegadas en su dedos David Salcedo
Dos cubatas en el techo de un coche rojo David Salcedo
Hombre sujetando un traje blanco del bando moro David Salcedo
Mujeres en procesión con sus peinetas y sus trajes de manolas David Salcedo
Niño apoyado en una pared de una casa medieval David Salcedo
Mujer mayo en una misa en el exterior protegiéndose del sol con un pañuelo blando David Salcedo
Cura con una cruz de caravca y con su traje negro y alzacuellos David Salcedo
Señor mayor calvo con pañuelo de tela en la cabeza David Salcedo
Señora protegiéndose de la luz con su monedero de fondo el santuario  David Salcedo


info
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Monje con la virgen de la batallas con unas niñas de fondo David Salcedo
Dos ramos de rosas rojas con un todo rojo de fondo David Salcedo
Transeúnte protegiéndose del sol con un gorro paraguas multicolor David Salcedo
Grafiti del castillo y del santuario con un caballo en una pared de ladrillo David Salcedo
Puerta de una cochera con forma de almena de castillo David Salcedo
Tienda de platos de recuerdo con calva en primer plano David Salcedo
Manto sencillo de caballo David Salcedo
Bodegón de botella de vino de caravaca David Salcedo
Plano picado de la calle con las sobras de las vayas de protección David Salcedo
Sillas en la calle para ver el desfile con una tienda de gofres de fondo David Salcedo
Cura con la casulla roja entrando encasa con cortina metálica David Salcedo
Trompeta plateada en un plano picado David Salcedo
Detalle de caballo marrón con un fondo azul David Salcedo
Detalle de tambor con unas manos de fondo David Salcedo
Tiendas de pico blanco con torre del castillo de fondo David Salcedo
Feria medieval con señor saliendo  David Salcedo
Pila de barriles de cerveza que han sido utilizados David Salcedo
Camarero cerrando el toldo  de un bar  David Salcedo
Detalle dela piel y de una crin de un caballo blanco David Salcedo
Tela roja con un agujero que tapa vayas protectoras David Salcedo
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