Los recuerdos producen poluciones
El velatorio se celebró en su casa y el olor a velas se confundía con el de la sopa que preparaban los vecinos para reconfortar el dolor de los parientes. Había estado tres días desaparecido, al cuarto lo encontraron en una cueva. Se había ahorcado de rodillas, la oquedad era muy baja por lo que tenía que haber hecho mucha fuerza para suicidarse de ese modo. De fondo sonaba el soniquete del rosario mezclado por los murmullos y cuchicheos del personal, que especulaba por los motivos, aparentes u ocultos, de tan extraño acontecimiento. Los viejos no hacían mucho caso y asentían diciendo “Son este maldito viento y el sol que, a veces nos vuelve locos”. Yo, ahora, también lo creo.